El rey Salomón señaló hace mucho tiempo:
El orgullo precede a la destrucción, y la altivez a la caída.
Existe una dinámica simple en la cual un líder exitoso sobrepasa los límites de la prudencia y decencia para cometer actos que predisponen a su caída definitiva. El patrón está muy claro. En el preciso momento en que un líder se considera invencible o indestructibles a través de una arrogante muestra de poder, empieza a cometer errores que inevitablemente lo llevan al fracaso, como centrarse solamente en la próxima recompensa sin darse cuenta del impacto que provoca en quienes los rodean.
Los líderes que exhiben este estilo de sobrelogro e hiperfocalizacion, practican un estilo de liderazgo llamado “timonel”, es decir, personas a las que les gusta llevar la iniciativa y dar el ejemplo (de ahí también llamado liderazgo ejemplar), estableciendo un ritmo rápido que suponen que los demás seguirán. Son líderes que confían en una estrategia basada en el “ordeno y mando” y que se limitan a dar instrucciones y esperar que los demás les obedezcan.
Los líderes que despliegan el estilo autoritario, el estilo timonel o ambos a la vez (pero ningún otro) generan, entre sus subordinados, un clima tóxico y deprimente. Son líderes cuyas “hazañas heroicas” pueden proporcionarles, a corto plazo, resultados muy importantes pero a expensas, no obstante, de la salud de sus equipos de trabajo.
Un líder cegado por el éxito difícilmente toman decisiones por consenso. No se preocupa por conocer a las personas con las que trabaja día tras día y se relaciona con ellos como si se tratara de recursos unidimensionales. Tampoco contribuye a que las personas desarrollen nuevas fortalezas o perfeccionen sus habilidades, sino que se muestra arrogante e impaciente y se limita a descartar toda posibilidad de aprender de sus fracasos.
No es muy difícil encontrar a líderes que tratan de rendir por encima de lo esperado, sobre todo en culturas organizacionales que ensalzan la proeza que supone subir el listón cueste lo que cueste. Los inconvenientes que suelen acompañar a esta práctica (como la falta de ética, la toma de cualquier tipo de atajos y la tendencia a pasar por encima de quien haga falta) pasan desapercibidos en demasiadas ocasiones y por eso terminan creando un clima despojado de confianza y lealtad. El estilo «¡Hazlo, sin importar cómo sea!» no tiene inconveniente alguno en pasar por encima de cualquier persona que se interponga en el logro de sus objetivos.
Cuando los ambiciosos objetivos reflejados por los beneficios y los índices de crecimiento se logran a costa de otros aspectos esenciales, los problemas generados a largo plazo, como perder a los trabajadores estrella, pueden pesar más que el éxito a corto plazo y abocar, finalmente, al fracaso.
Cuando nos obsesionamos con un determinado objetivo, todo lo que es relevante para ese objetivo pasa a ser prioritario. Concentrarse no solo significa saber seleccionar las metas adecuadas, sino decir también “no” a las inadecuadas. Sin embargo, la concentración va demasiado lejos y se vuelve perjudicial cuando se niega lo correcto. La hiperfocalización en una sola meta se convierte en un sobrelogro tóxico cuando la categoría de las “distracciones” se expande hasta llegar a incluir las preocupaciones válidas de otras personas, sus ideas inteligentes y su información crucial, por no mencionar su estado de ánimo, lealtad y motivación.
La motivación sana por el éxito alienta el espíritu emprendedor. Sin embargo, algunos líderes orientados hacia el logro están tan obsesionados en encontrar atajos que les aproxime a la meta que no tienen ningún problema en utilizar cualquier medio que les ayude a alcanzarla. «Si careces de autoconciencia, cuando te ves atrapado en el logro de un objetivo, pierdes la empatía y empiezas a funcionar con el piloto automático.» El antídoto consiste en reconocer la necesidad de escuchar, motivar, influir y cooperar, un tipo de habilidades interpersonales con las que los líderes timonel no suelen estar muy familiarizados.
Nadie discute que experimentar el éxito a temprana edad es importante porque eleva el sentimiento de autoconfianza, pero el fracaso, en este caso, no se deriva del hecho de no alcanzar estándares demasiado altos, sino de no saber relacionarse con las personas que estamos liderando.
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- Como ser un líder – Daniel Goleman
- Cómo ganar amigo e influir sobre las personas – Dale Carnegie
- Las 21 leyes irrefutables de liderazgo – John C. Maxwell
- Cómo ganarse a la gente – John C. Maxwell
- Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva – Stephen R. Covey
- Inteligencia emocional – Daniel Goleman
- Las 48 leyes del poder – Robert Greene
- Liderazgo: el poder de la inteligencia emocional
- El líder que no tenía cargo – Robin Sharma
- Las 21 cualidades indispensables de un líder- John C. Maxwell