Actualmente, las áreas de producción, están siendo dirigidas en su mayoría por supervisores que piensan en el área como si fuera una máquina, como algo que puede ser diseñado, medido y controlado, en una palabra: gestionado. Eso dio buen resultado en el pasado, cuando las empresas se conformaban por áreas de producción verdaderamente eficaces capaces de perfectibilidad y de precisión, donde el control era respaldado únicamente por el poder para decidir y la autoridad para delegar. Hoy, sin embargo, podemos ver que las empresas son muy diferentes, dejaron de ser máquinas eficaces y son mucho más parecidas a redes en donde los cambios son indiscutibles e inevitables, en donde se necesita una gran adaptabilidad y donde se valora la autonomía del propio supervisor. Se cambiaron las palabras obediencia por compromiso, estrategia por opción, perfecto por posible, rígido por flexible. Finalmente reconocemos que las áreas de producción son comunidades de individuos y no un conjunto de recursos humanos. Hoy las habilidades de liderazgo son importantes para ser un mejor supervisor, en el futuro serán imprescindibles.
Cada día que pasa, se acerca el futuro. Algunos entrarán con cautela, aferrándose lo más posible al pasado. Otros entrarán en el futuro mirando hacia atrás con agitación. Algunos entrarán confiadamente en el futuro con una caja de herramientas llena de planes, diagramas y planos sólo para encontrarse con que las herramientas de gestión que han estado preparando no satisfacen del todo las necesidades de esta nueva era de la información. Algunos de los que asumen riesgos entre nosotros darán un vigoroso salto hacia lo desconocido y comenzarán a liderar, no solo a gestionar. En un mundo donde la información abunda, cualquiera puede ser gestor, pero no líder. Los líderes que tendrán éxito en el futuro ya están explorando mucho más allá del horizonte que conocemos. Puede haber líderes natos, desde luego, pero seguramente son demasiado pocos para contar con ellos. Una lección importante es que no existe la personalidad ni los rasgos de liderazgo. Equivocadamente, la gente piensa que el líder es un personaje con un don de nacimiento. El liderazgo puede y debe aprenderse.
Si el liderazgo es así de importante, ¿por qué es que hay tan pocos líderes? El liderazgo escasea porque a poca gente le apetece pasar por la incomodidad que supone guiar verdaderamente a un grupo de personas; un líder puede ser supervisor de producción, pero un supervisor de producción no es necesariamente un líder.
Esta incomodidad crea la fuerza que hace valioso el liderazgo. En otras palabras, si todos pudieran hacerlo, lo harían, y entonces no se valoraría como se valora hoy en día.
- Es incómodo acomodar las palabras para elevar la moral de la gente.
- Es incómodo desarrollar a la gente hasta que alcance su máximo potencial.
- Es incómodo proponer una idea que puede fracasar.
- Es incómodo imaginar el futuro y explicarlo a los demás.
- Es incómodo desafiar el statu quo y buscar un cambio.
- Es incómodo resistirse al deseo de acomodarse donde estamos seguros.
- Es incómodo dejar de leer manuales que nos dicen que hacer y encontrar otras formas.
- Es incómodo cometer equivocaciones cuando se hacen propuestas.
- Es incómodo hacer un esfuerzo emocional.
Cuando identifiques esta incomodidad, habrás encontrado el lugar en el que es necesario un líder. Si no te sientes incómodo en tu trabajo como líder, puedes dar por casi seguro que no estás desarrollando todo tu potencial. No importa en qué organización trabajes, mientras estés dispuesto a vivir la incomodidad del liderazgo, siempre encontrarás oportunidades para aprender.
¿Qué necesitas para ser líder?
Para ser un líder hay que convertirse en la persona correcta llena de correctas cualidades. Dirigir una comunidad de individuos donde la autoridad debe merecerse, es una ardua tarea. Pocas personas lo hacen con éxito porque exige la combinación excepcional de esas cualidades, todas regidas por tres principios:
Creer en uno mismo es lo que le da a un individuo la confianza en sí mismo para entrar en lo desconocido, explotar todo su potencial y liberar el poder que inmediatamente lo lleve a influir en otros para que vayan con él a donde él vaya; pero esto tiene que estar combinado con una duda considerable para no ser arrogantes, con la humildad para aceptar que a veces uno puede estar equivocado, que otros también tienen ideas y que escuchar es tan importante como hablar.
La pasión por el trabajo proporciona la energía y el enfoque para hacer que las cosas sucedan. Es lo que hacen que una persona sea imparable cuando persigue un objetivo porque proporciona fuerza de voluntad para buscar la excelencia en las cosas; pero esto también tiene que combinarse con lo opuesto, con la conciencia de que existen otros mundos, porque el enfoque puede convertirse en anteojeras, en incapacidad para pensar más allá del estrecho terreno en que uno se desenvuelve.
El líder debe amar a las personas para encontrar el valor que hay en ellas y mirarlas no como lo que son, sino como lo que pueden llegar a convertirse bajo su cuidado y llevarlas hasta donde no pueden llegar solas. Sin embargo, este atributo requiere también su opuesto, la capacidad para la soledad, porque los líderes tienen que ser sinceros. No siempre es posible compartir las propias preocupaciones con otra persona. Pocos darán las gracias al líder cuando las cosas van bien, pero muchos lo culparán si las cosas van mal. Los grandes líderes tienen que marchar solos de vez en cuando. Tienen que vivir también a través de otros, derivando su satisfacción de los éxitos de los demás y dando a esos otros, reconocimientos que ellos mismos suelen negarse.
Para vivir con esas paradojas, se requiere una gran fuerza de carácter. También se requiere tener fe en lo que uno está haciendo.
Miremos hacia el futuro
El liderazgo es el futuro de la supervisión y el futuro de casi cualquier puesto de trabajo. A medida que las empresas cambian y se rediseñan a sí mismas cada vez para convertirse en lo que son, existen más oportunidades para que surjan líderes en medio de las organizaciones en lugar de surgir únicamente en la cumbre. El liderazgo ya no es propio de los altos ejecutivos, es una obligación de los mandos medios y se convierte cada vez más en una necesidad del personal operativo, de ahí que la función de un líder es, desde luego crear seguidores, pero que tengan potencial de líderes.
Anteriormente, las organizaciones solían ser diseñadas de manera que se asegurara que hubiera pocos cambios y nunca se cometerían equivocaciones. Esto resultó ser muy costoso desde el punto de vista de los controles: muy inhibidor y poco creativo. No cometer equivocaciones también significa no hacer propuestas. Pero hoy tenemos la oportunidad de preguntarnos: ¿Qué podría hacer en mi organización que cambiará verdaderamente mi situación?
Dejemos de gestionar a las personas y comencemos a liderarlas. La tarea del líder es asegurarse de que los individuos o los grupos son competentes para ejercer la responsabilidad que se les asigna, para adaptarse a los cambios, para comprender los objetivos de la organización y para que se comprometan con ellos. Cuando logremos hacerlo, estaremos más cerca de asegurar nuestro futuro como supervisores.